jueves 25 de abril de 2024 - Edición Nº3061
Dos Líneas » El País » 22 sep 2019

El fantasma del dólar al acecho

Todos los pronósticos y deseos del gobierno quedaron destruidos frente a una realidad implacable.


Por:
Alexis Dritsos

A fines de febrero, analizábamos desde este espacio los puntos centrales de la posible estrategia del gobierno para enfrentar el desafío electoral  de este año.

Estaba claro que para poder lograr competitividad electoral, necesitaban elementos para contrarrestar el efecto de la pobre gestión económica  que mostraba el gobierno desde el inicio de su mandato.

Habiendo abandonado la mayoría de los objetivos originales,  determinaron que era necesario alcanzar dos metas fundamentales: contener el dólar sin mayores sobresaltos y lograr que la inflación se estacionara en torno a un 2% mensual.

Paralelamente, a modo de reforzar el mensaje dirigido al electorado que sustenta el apoyo al gobierno, se intensificaron las propuestas  cargadas de contenidos que apelan a posturas “duras” en materia de seguridad y corrupción. La elección de Pichetto como candidato a vicepresidente, ha sido un intento indisimulado de enviar  una señal clara en esa dirección.

Lamentablemente, en los  escasos meses transcurridos desde fines de febrero hasta la fecha, se verifica  como todos los pronósticos y deseos del gobierno quedaron destruidos frente a una realidad implacable.

El primer impacto fue un abultado resultado negativo en las PASO, y casi de inmediato se desató un  verdadero tsunami político y económico que aún hoy no parece controlado.

El dólar se disparó casi un 25%,  el riesgo país superó los 2500 puntos y la inflación volvió a crecer durante agosto, y con proyecciones al alza en meses subsiguientes, que ya se estima por encima de un 55% anual hacia fin de año.

Sumado a estos indicadores clave, se produce una crisis de deuda y un importante retiro de  depósitos en dólares del sistema bancario, mientras la economía real continúa un sendero ininterrumpido de deterioro.

En ese contexto crítico se produce el cambio de ministro de Hacienda, y al asumir Lacunza se toman una serie de medidas heterodoxas para enfrentar la crisis. Sin entrar en detalles, podemos afirmar que se ha logrado calmar un poco la situación, aunque siguen latentes los temores sobre la posibilidad de que se pueda repetir un episodio de mayor gravedad al ya vivido.

La reciente volatilidad cambiaria ha renovado el debate sobre el rol que juega el dólar en nuestra economía. Han surgido nuevamente propuestas  como la implementación de una nueva convertibilidad o directamente la dolarización, que implicaría la renuncia a contar con una moneda nacional propia.

La realidad es que el dólar representa, en primer lugar, un refugio de valor en una economía atravesada por niveles elevadísimos de inflación a lo largo de los últimos 70 años.

Nuestra economía padece, además, lo que se conoce como la restricción externa, que no es otra cosa que la incapacidad de generar las divisas suficientes para sostener el volumen de importaciones, los pagos al exterior (intereses, dividendos, turismo, etc), y el atesoramiento (dentro y fuera del sistema financiero) que demandan personas físicas y jurídicas.

Esa demanda permanente de dólares y la capacidad limitada (e insuficiente) que tiene nuestro país de generarlos genuinamente, tiene que ver con problemas estructurales no resueltos de nuestro modelo económico.

Es necesario, de manera urgente, comenzar una etapa que permita lograr equilibrios macroeconómicos duraderos. Alcanzar niveles de inflación semejantes a los de otros países en la región y contar con un sistema financiero sólido que pueda brindar seguridad al depositante y  créditos a familias y empresas a tasas competitivas permitirá descomprimir lentamente la presión sobre el dólar.

Debe articularse, lo antes posible, una estrategia productiva que apunte a modificar la primarización de nuestra economía desarrollando una oferta variada y con mayor valor agregado. De esa manera se podrán modificar los términos de intercambio actuales que generan, tarde o temprano, un déficit recurrente de nuestra balanza comercial.

Evidentemente el actual gobierno no tiene tiempo de aplicar medidas de fondo, por lo cual el desafío estructural quedará para la administración que resulte elegida en octubre.

Lacunza debe asegurarse un nivel creciente de liquidación de dólares de las exportaciones, mientras intenta recuperar la confianza de los mercados cuidando las reservas y manejando el “default amigable” en curso. 

El contexto político es vital en estas circunstancias  y, una vez superada la contienda de octubre, sería importante  que el gobierno, junto al ganador y a las principales fuerzas de oposición, pudiera acordar medidas a aplicar durante el tiempo que reste de transición.

Recuperar la confianza es esencial para poder salir de esta situación crítica y depende, en gran medida, de lo que hagan el gobierno y la oposición en los meses que restan para el cambio de gobierno.

* Alexis Dritsos Economista Partido Socialista

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