Caer en tecnicismos sobre el alza de la tasa de interés que dispuso el Banco Central, la problemática de las Lebacs, la caída del Merval y las decisiones en política económica de Trump, abruman al lector, que por experiencia sabe que lo que implica que el dólar pase los 21 pesos primero, alcance los 23 y termine en poco más de 22, en sólo tres días.

El gobierno se encuentra en el peor escenario que pudo haber soñado. No es creíble en materia económica, se encuentra empantanado con el tema tarifas y se ven obligados por el contexto a realizar un ajuste en serio. El problema que atraviesa la gestión de Macri, y que no comienza allí, sino que viene de décadas, es conocida por todos: la inflación.

En este contexto el gobierno se halla con un problema que sí generó, es decir, desechar la idea de tener un Ministro de Economía fuerte. Un hombre o mujer que tome las medidas necesarias y que sea un fusible para desechar si todo no marcha como se lo espera.

Desde diciembre de 2015, Macri se hizo cargo él mismo de la economía ¿Un error? Probablemente. Lo realidad es que el Presidente menospreció la dimensión de la crisis económica que atraviesa el país. Pensó que con sólo su presencia la inflación iba a bajar y que las inversiones iban a llegar a borbotones.

A ello, le agregó la idea de dividir el otrora poder del Ministerio de Economía. Primero fue Alfonso Pray Gay y luego Nicolás Dujovne, los encargados de combatir el déficit fiscal y realizar la administración. Luis Toto Caputo para la emisión de deuda y el control del sistema financiero. Este tándem lo completan, José Luis Aranguren en Energía y Francisco Pancho Cabrera en Producción.

En la práctica, esta concepción de la economía parece haber alcanzado su fin. Cambiemos va a ser otro después de esta semana, no por elección, sino porque así se lo impuso la realidad.

El mercado no le cree a ninguno de los miembros del equipo económico. El dólar que se preveía que iba a estar en 23 pesos en diciembre de 2018 se adelantó 8 meses, y ya nadie se atreve a afirmar en público que la inflación de este año va a ser del 15% sin ruborizarse.

Hasta los más optimistas registran que estamos atravesando una crisis de consideraciones mayúsculas. En Casa Rosada, Marcos Peña cree que es simplemente una tormenta fuerte y que ya va a salir el sol. Encerrarse ensimismo es algo muy humano cuando se siente miedo, pero debe observar por la ventana de la Jefatura de Gabinete y entender las cosas como son. “No pasa nada” no conforma.

Por ello, resulta imprescindible que alguna voz oficial diga lo que está pasando y sobre todo, qué pasos se van a adoptar para emprender tal o cual camino ¿Pero quién será esa voz?

Federico Sturzenegger, titular del Banco Central, no resulta creíble. Sobre todo luego del anuncio en diciembre último cuando “la política” lo obligó a cambiar la meta inflacionaria, a pesar de su desaprobación.

Dujovne se anota como portavoz oficial, pero es quizás el que menos responsabilidad tenga en todo este conflicto, al tiempo que se encuentra atravesando una crisis interna por haber pasado gastos personales en las cuentas oficiales del Ministerio de Hacienda.

Mario Quintana y Gustavo Lopetegui para el común denominador de la gente no saben aún qué función tienen en el gobierno y no son figuras que puedan dar confianza al mercado. Entonces ¿Marcos Peña? El Jefe de Gabinete es la cabeza política de la administración Cambiemos, pero economía no es su fuerte.

Ante esta decantación únicamente queda un orador: el Presidente de la Nación. Por el momento Mauricio Macri optó por el silencio y espera que pronto escampe. Él es la última carta, la única que le queda al gobierno, pero fanático como es del fútbol debe saber que un equipo que no logra hacer dos pases seguidos es más probable que pierda más partidos que los que gane.