miércoles 24 de abril de 2024 - Edición Nº3060
Dos Líneas » Patagonia » 19 ago 2021

Bariloche

Las jefas de Salud Mental del Hospital Zonal admiten un aumento en los suicidios de adolescentes

Así, lo confirman profesionales de la salud del Hospital Zonal Dr. Ramón Carrillo. Una problemática que aumenta en la región


En el periodismo existe una regla no escrita que refiere a que no se divulgan los suicidios por una cuestión ética, especialmente para que la información no cause un efecto indeseado.

Hay una salvedad en el caso de que un hecho puntual se relacione con otro tema, y eso impulse a difundir la cuestión como una noticia. Por ejemplo, que el protagonista sea alguien reconocido a nivel popular.

Obviamente, se trata de una cuestión delicada, que se conecta íntimamente con la salud mental.

En los últimos tiempos, más allá de que no se haya reflejado en los medios, justamente por los motivos expuestos, han circulado rumores -y, a decir verdad, también datos concretos que se manejaron en voz baja por precaución- de varios suicidios en Bariloche, con la característica de que gran parte de ellos se dieron entre la población adolescente.

En una sala del Hospital Zonal “Dr. Ramón Carrillo”, las profesionales Verónica Sacristán y Romina Miraglia, quienes asumieron en conjunto la jefatura de Salud Mental del nosocomio el 2 de agosto, reconocen la problemática.

Justamente, cuando se les consulta sobre los principales padecimientos que, en la actualidad, afectan a la sociedad barilochense en lo referido al área que les atañe, Verónica comienza la enumeración con “los intentos de suicidio entre adolescentes”, a los que suma, en la misma línea, y dentro del rango etario, “las autolesiones e ideas de muerte”.

Luego, claro, están también las descompensaciones de los pacientes en general, a los que “la pandemia llevó a que entraran en crisis”, pero Verónica es clara cuando expresa: “Lo más preocupante, para mí, es el tema de los adolescentes”.

Por su parte, Romina resalta que es algo que no solo afecta a la adolescencia, sino que se trata de una cuestión que también aparece en la etapa adulta, pero admite que se ha apreciado un aumento de la problemática en la juventud. 

Dice que no se observa una causa única.

“Por lo que vemos, responde a cada cuerpo, a cada singularidad, a cada persona. Si bien es cierto que ha habido una tendencia en esto de los cortes (autoflagelaciones), nosotras siempre tratamos de pensarlo en el uno a uno, no generalizando”, explica.

Verónica, en tanto, precisa que, aunque se suele escuchar que el problema va en aumento debido a los tiempos marcados por el COVID-19, “la pandemia es algo más que se agregó al malestar y sufrimiento que se podía tener”.

“Que los adolescentes tuvieran que aislarse, no pudieran juntarse con sus pares ni compartir momentos, hizo que el sufrimiento sea vivido de otra manera, pero no es que la pandemia empuje a alguien a tomar una decisión de ese tipo, sino que ya venía con toda una historia encima”, suma.

En el mismo sentido, Romina retoma la palabra y señala: “Hay que entenderlo en el orden de una afección no tratada, y eso no es porque falten espacios adecuados. De hecho, en nuestros servicios, están. A veces las personas no alcanzan a pedir ayuda porque les suceden otras cosas. En el caso de los adolescentes, cuando uno de ellos está creciendo, siente un desorden en un montón de cuestiones, un ‘doler’ que pasa por el cuerpo, la mente, con pensamientos que muchas veces se consuman en ciertos actos que terminan con estas ideas de muerte llevadas al hecho”.

“Varias de esas situaciones no llegan a la consulta, porque pueden pasar diversas cosas… Quien llega a ese desenlace es porque realmente está sufriendo”, puntualiza.

“Muchas veces, quien padece algo así no puede decirlo, por la razón que sea, no importa cuál… Atrás puede haber una psicosis, una neurosis, pero eso después se evaluará”, advierte, refiriendo a que lo importante es la contención a tiempo.  

De esa manera, considera substancial transmitir a la sociedad que, cuando se observa que un conocido se encuentra mal, más allá de que se trate de un adolescente o no, resulta importante consultar con los profesionales.

Romina detalla que las muertes producidas en el último tiempo por suicidio no responden, precisamente, a pacientes, sino a gente que no fue tratada.

Explica que no hay estadísticas que muestren números sobre los casos recientes (“es una tarea para la que tenemos que convocarnos a trabajar”), en gran medida, justamente, porque la temática no afectó a personas que concurrían al servicio del hospital.

Pero admite que la problemática es una realidad, y manifiesta: “En el caso específico de los adolescentes, sería bueno repensar dispositivos”.

Cuando se le repregunta acerca de las causas por las que el problema muestra un incremento en la adolescencia, Romina reflexiona: “Cuando a veces se está en una situación específica, de ideas y vueltas, y no se puede salir de eso, pensar que la muerte es una solución forma parte de un inconsciente colectivo, lo que también hay que empezar a deconstruir, porque claramente eso no termina siendo una solución… Siempre está la cuestión de realizar lo que hace el resto”. 

Luego, una vez más, remarca: “Son temas que hay que desmenuzarlos muy pacientemente, en el uno a uno”.

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