Esta semana, y como lo viene siendo desde hace más de 2 años, el tema central del debate político nacional fue la política tarifaria. Argentina tiene problemas estructurales, pero por el momento sólo discutimos qué sucede cuando prendemos la hornalla o encendemos la luz.

El tema tarifario es urgente, resultaría sonso negarlo. Las PyMEs y los comerciantes sufren la carga tarifaria, los propietarios residenciales no saben cómo pagar sus facturas. Por el otro lado, el gobierno tomó como eje central en su búsqueda de reducir el déficit la quita de los subsidios a los servicios públicos. Y no están dispuestos a retroceder ni un milímetro en el programa alcista previsto desde el primer día por Aranguren.

De este modo, pudimos ver en sólo cinco días como el Presidente realizaba una conferencia de prensa el lunes pidiéndole a los senadores que no siguieran “las locuras de Cristina Kirchner”, a pesar de no haber sido autora de la iniciativa opositora para retrotraer las tarifas a noviembre de 2017. La ex mandataria lo trató de “machirulo” por estos dichos, y se volvió a reeditar un capítulo nuevo de la ya tan conocida grieta.

El miércoles comenzó con una intensa actividad en el Senado que culminó bien entrada la madrugada del jueves. La oposición logró los votos para aprobar el proyecto y pocas horas después el Ejecutivo ya lo había vetado. Nueva conferencia de prensa de Macri y nuevas críticas al peronismo.

El escenario político es este. El gobierno considera una tragedia reconfigurar la política tarifaria y la oposición comienza a partir de allí a tejer virtuales acuerdos, que hasta el momento eran impensables, de cara a 2019.

Mientras tanto, la pobreza, la inflación, la política productiva, la inseguridad, la enorme cantidad de jóvenes que no trabajan ni estudian, la presencia del narcotráfico, la trata de personas y otras tantas cuestiones no son debatidas. Sólo discutimos qué sucede cuando prendemos la hornalla o encendemos la luz.