No es novedad que el dólar es un problema grande para la economía nacional. Proyectamos en dólares, compramos casas y departamentos con esta divisa y ahorramos en moneda norteamericana. Esta semana, una vez más, volvió a tener un repunte y superó los 21 pesos. Rápidamente, el BCRA subió la tasa monetaria a 30,25% y vendió  U$S 1.382 millones para que termine cerrando en 20,88 pesos.

De este modo, en sólo tres días, el Banco Central dilapidó U$S3700 millones de reservas,  mientras las ventas superaron los U$S4000 millones debido a que inversores internacionales decidieron cambiar sus Lebacs por dólares e irse con el dinero fresco del país.

El Banco Central “tomó esta decisión con el objetivo de garantizar el proceso de desinflación y está listo para actuar nuevamente si resultara necesario”, informó el viernes la entidad que conduce Federico Sturzenegger.

El mismo día, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, recomendó "no ponerse nerviosos" frente a la escalada del dólar y defendió la intervención del Banco Central para frenar la carrera alcista, aunque aún sin éxito.

El organismo que controla la política monetaria del país ve con preocupación como la revalorización del dólar, que en diciembre último cotizaba 17 pesos, comienza a diluir aún más la posibilidad de alcanzar la meta de inflación del 15%.

La suba del dólar que velozmente se traslada a precios,  va en paralelo con la inflación que se aceleró en los últimos meses, a partir de los aumentos de tarifas y el transporte. Sólo en el primer trimestre del año ya lleva acumulada un 6,7% a nivel nacional, según el Indec.

Allí reside el centro del conflicto: la inflación. En un mercado donde todas las mercancías se aprecian el  dólar no podía ser la excepción.

En el gobierno machacan una y otra vez con que “lo peor ya pasó”. Señalan que a partir de mayo se va a empezar a visualizar la reactivación económica. Por el momento, la ciudadanía y los inversores no piensan lo mismo.