martes 16 de abril de 2024 - Edición Nº3052
Dos Líneas » Opinión » 14 nov 2017

Atentar contra una escuela es atentar contra el futuro de las nuevas generaciones

Diego Rovella- Diputado provincial Cambiemos


Por:
Diego Rovella

Lamentablemente todos los esfuerzos que se hacen para mejorar el deterioro edilicio de los establecimientos escolares, que proviene de tantos años de decadencia en la obra pública y los enormes esfuerzos que se realizan para terminar con esa misma decadencia que pesa sobre la educación pública, y que se hizo palpable en las últimas pruebas nacionales e internacionales, chocan hoy contra la intolerancia de unos pocos que no entienden el valor que tiene vivir en democracia, que no se dan cuenta que la educación es el futuro de las nuevas generaciones, que no les tiembla el pulso cuando deciden atentar contra las aulas destruyendo todo lo que encuentran a su paso, robándose todo lo que puedan y hasta quemándolas.

El ataque contra la Escuela Primaria n°23 de Villa Elvira, en La Plata, el reciente domingo 29 de octubre, mostró las dos caras de la moneda: la que no queremos volver a ver, y la otra, la de la solidaridad, la del compromiso con la sociedad, la que vemos muchas veces en varios aspectos de la vida y que surge del seno de un pueblo con mayúsculas, pero por desgracia infectado por grupos de vándalos capaces de llevar adelante la peor de las tropelías, que conlleva generalmente un daño difícil de comprender y asimilar, porque en definitiva lo que se daña es el alma de un país. Destruir una escuela es una manera de suicidarnos y de matar la esperanza de un futuro promisorio. Esa es la cara que no queremos ver nunca más, la cara de la desidia, la violencia y el desamor.

La otra cara, la de la solidaridad no tardó en llegar. Tras el incendio provocado y que destruyó gran parte de la Escuela Primaria n°23, las aulas de otro establecimientos fueron ofrecidas para que casi 700 alumnos puedan seguir aprendiendo. Las autoridades del Colegio Santa María de los Ángeles, del ámbito privado, posibilitaron que la barbarie no hiera la civilización, y dicho colegio se convirtió en escuela transitoria para que no se pierdan días de clase y se pueda terminar el ciclo lectivo. Y también los padres, docentes y alumnos se congregaron frente a la escuela incendiada ese fatídico día para llevar un poco de esperanza dentro de tanta angustia e impotencia. Resalto esto como un homenaje a toda esa gente que siempre está dispuesta a poner el hombro más allá de cualquier adversidad, como un ejemplo insoslayable de una Argentina noble y generosa.

Por mi parte, decidí presentar un Proyecto de Declaración en la Cámara de Diputados Bonaerense con el propósito de impulsar la modificación de la Ley 11.179 para que se aumenten en un tercio las penas contra todos aquellos que atenten contra establecimiento escolares y de salud pública. Estoy convencido que aumentar las penas no sirve como efecto disuasivo en sí mismo, pero se necesitan respuestas contundentes por parte de la voluntad ciudadana y quienes la representan dentro de las instituciones republicanas ante estos hechos delictivos absurdos y gravosos para el Estado y las personas.

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