Durante esta última semana hemos asistido a un desfiladero de opiniones en torno a la propuesta del oficialismo de modificar la actual Ley de Coparticipación Federal: hablaron quienes bregan por un sistema de reparto de la renta nacional que sea "devolutivo"; es decir, un esquema que devuelva lo que la AFIP recaudó en cada provincia, localizando geográficamente la recaudación de cada tributo que se coparticipa para luego devolverlo a su origen.

Hablaron también aquellos que pretenden una distribución con criterios "igualitarios", por ejemplo, en función de la población de cada provincia.

En ambos priman variables que dejan de lado un valor fundamental de nuestra Constitución: el carácter federal constitutivo de nuestra Nación; aquel valor por el que dieron la vida nuestros patriotas del 1800. Hombres convencidos de que la construcción de una Nación libre y soberana tenía que ir acompañada de valores federales que impulsaran la justicia, la equidad y la igualdad de oportunidades. Hombres que entregaron su vida. Incansables. Sin angustias, con convicción.

La discusión acerca de un nuevo sistema de reparto de la renta federal es tan necesaria como compleja. Está claro que la provincia de Buenos Aires debería recibir más coparticipación de lo que recibe, pero nunca a costa del país federal; es necesaria una reflexión seria y comprometida porque se pone en juego la vida de los argentinos. La equidad y la igualdad de oportunidades que exige nuestra Carta Magna hace referencia a un objetivo que contemple a los argentinos en el territorio federal, no en estados autónomos que reciben lo que aportan.

Por todo esto es que tenemos la obligación de pensar un sistema que persiga el desarrollo con equidad territorial para construir un país con igualdad de oportunidades en una tierra que es desigual, y que naturalmente genera distintas oportunidades. El Estado a la cabeza de un sistema progresivo/equitativo de reparto de recursos debería cubrir esa diferencia entre la desigual distribución de oportunidades que brinda la geografía, como la fertilidad de la tierra, los recursos naturales, los accesos, o las comunicaciones; y la obligación ciudadana de la igualdad en la oportunidad de desarrollo por el sólo hecho de ser argentino.

Si bien la provincia tiene el mayor volumen de pobreza del país por su concentración de población, también genera el 55% del valor agregado industrial, que aun sin tener petróleo refina más del 60% del petróleo del país, tiene una de las tierras más ricas del mundo, la mayor cantidad de puertos y es por donde sale la mayor parte de las exportaciones.

Es la provincia con mayor potencialidad para generación de oportunidades y puestos de trabajo y es el deber de la administración de Gobierno y de los gobernantes potenciarla aún más. ¿Cómo sería la distribución de recursos si las provincias que hoy son aportantes netas del sistema de reparto decidiesen no utilizar sus bases tributarias y esperasen recibir del Gobierno nacional el 60 o el 80% de sus ingresos? Está claro que cada provincia debe explotar los recursos que tiene y que percibe de distintas fuentes para mejorar y para ser solidario.

El problema radica en discutir cuánto, para qué y cómo. Qué tipo de indicadores de reparto utilizar en ese "cómo". ¿Distribuir por densidad poblacional? ¿Tener en cuenta la contaminación? ¿Incorporar indicadores de salud? Pueden pensarse y diseñarse muchos indicadores con infinidad de variables y en general todas estas variables evidenciarían que Buenos Aires debería recibir más de lo que recibe.

La clave está en la selección y combinación de variables que en comunión nos den como resultado un sistema progresivo, equitativo y federal. El federalismo es necesariamente solidario o no es federalismo; es, evidentemente, otra cosa; un cambio contra el que muchos estamos dispuestos a dar batalla cultural e intelectual. Sin angustia, con convicción.

* Silvina Batakis- Ex Ministra de Economía de la Provincia de Buenos Aires