jueves 25 de abril de 2024 - Edición Nº3061
Dos Líneas » Opinión » 4 jul 2016

Droga y obra pública, cóctel explosivo de corrupción

Ramiro Gutiérrez (Diputado Provincial- Frente Renovador)


Por:
Ramiro Gutiérrez

“Ver para creer reza el dicho popular” y las imágenes reinaron frente al relato. Fastuosas estancias, miles de hectáreas y bolsos repletos de dinero son el saldo visible de una culpa obscena que aun busca al culpable.

Obra pública y drogas encarnan las dos formas de corrupción endémica que han quedado al descubierto, las dos vergonzantes y letales, pero notablemente diferentes en rentabilidad y socios.

Retornos en la obra pública pueblan los morosos tribunales de Comodoro Py. Con Lárazo Báez como único estandarte preso, cuatro jinetes: cohecho (coimas), malversación, lavado y enriquecimiento han sido el sello distintivo de la fórmula usada para desfalcar al Estado.

Diferente en actores, socios y rentabilidad, es el enriquecimiento ilícito emergente de la incursión en el mercado del tráfico de drogas y precursores químicos. Ahí el dinero es abundante y rápido, pero los socios son los peligrosos carteles mexicanos.

Pérez Corradi tal vez sea la punta de una cuerda que al ser jalada devele, no sólo los actores sino la magnitud del mercado. La rentabilidad de los estupefacientes es inimaginable, con la llegada de las drogas sintéticas su valor ya no se mide “en gramos sino en miligramos”.

Delincuentes argentinos importaban toneladas de efedrina y formaban parte de la rentabilidad de la comercialización fraccionada en miligramos, donde un solo vendedor puede llevar y vender cientos de pastillas en cuestión de horas. Seguramente, ese apetecible “negocio ilícito sin chimeneas” también quiso tener dueños monopólicos.

Uno de cada veinte dólares que circulan en el mundo viene de la droga, ese es el peso del boxeador que estamos enfrentando, pero lo hacemos con fuerzas policiales con un alto grado de captación y un Código Penal donde el 90 por ciento de los delitos contra la administración pública son excarcelables.

Incluso si todos los mecanismos judiciales y estatales funcionaran correctamente, el grado de impunidad que permite el sistema nos sorprendería. Con una pena máxima de seis años, el enriquecimiento ilícito es una rémora casi tan corrupta como la práctica misma, pero con el agravante, como decía Montesquieu, “que el mal está en el remedio”.

Aun “no existe delito autónomo de corrupción en la Argentina” aunque en los últimos meses debe ser, tal vez, una de las palabras más mencionadas y más condenadas.

En resumen, cuando hay raquitismo institucional hay que solucionarlo. Por eso el Código Penal de Sergio Massa, que prevé las figuras de corrupción, mega corrupción y defensa de la víctima, es más que un proyecto de ley, es una invitación a discutir los alcances y la valentía del cambio.

La ley de Extinción de Dominio del Frente Renovador ya es una realidad en la Argentina y los millones secuestrados a López se repatrien para convertirse en escuelas u hospitales.

Sin dudas, las mejores leyes son las que receptan cambios culturales, pues han interpretado la voluntad de la sociedad. Recuperar los activos y bienes que le han robado a la Argentina y a los argentinos no sólo debe ser un imperativo legal, sino un claro mensaje hacia el futuro que estamos dispuestos a construir.

Naciones Unidas en 1988 (en el art. 7 de la “Convención contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes”) y luego en 2011 (con la “Ley Modelo sobre Extinción de Dominio”) nos dijo claramente del fraude no nace derecho y que sean los sospechados quienes deban probar el origen de sus bienes. Claramente, transformar estos instrumentos en leyes de aplicación real en la Argentina nos colocará en el mundo de la seguridad jurídica internacionalmente valorada.

En simultáneo, estamos en plena marcha hacia el fin de las relecciones indefinidas y una fuerte reforma política, cambios de los cuales no deben estar exentos ni los jueces ni las fuerzas de seguridad, pese a cualquier resistencia.

Suele definirse a la virazón como el cambio repentino de vientos, pues bien, los que se corrompían y enriquecían acunados por brizas calmas y aliviadas deben saber que también hay otras corrientes no tan mansas en nuestros suelos. Muchos siguen con atención y esperanza estos cambios que exigirán de otras generaciones y otras prácticas pero, sin dudas, hay un camino y el profundo deseo colectivo de transitarlo.

* Ramiro Gutiérrez (Diputado Provincial- Frente Renovador- Asesora a Sergio Massa en temas de Seguridad y Justicia)

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