jueves 18 de abril de 2024 - Edición Nº3054
Dos Líneas » El País » 11 mar 2019

Decodificando el proyecto Lavagna

Aparece una figura con posibilidades de desafiar la lógica de la grieta binaria entre el oficialismo y el kirchnerismo.


Por:
Alexis Dritsos

La reaparición mediática de Lavagna sacudió la calma del verano cuando tímidamente empezó a sonar su nombre como posible candidato presidencial para la elección de octubre. La movida, que tiene al gobernador de Santa Fe Miguel Lifschitz como uno de los principales promotores de la candidatura del ex ministro, comienza a cosechar cada vez más apoyos entre dirigentes de diferentes orígenes políticos.

Por primera vez superados los tres años de gobierno de Cambiemos, aparece una figura con posibilidades de desafiar la lógica de la grieta binaria entre el oficialismo y el kirchnerismo.

Mal que les pese a Massa y a Urtubey, las encuestas muestran que con ellos como candidatos la tercera opción carece de fuerza suficiente para plantearse como una alternativa posible.

Por el contrario,  el análisis político de la viabilidad de la candidatura  de Lavagna muestra que es un candidato con un alto nivel de imagen positiva y bajo nivel de rechazo, a pesar de que aún tiene un bajo nivel de conocimiento entre los electores más jóvenes.

Entre sus activos más apreciados cuenta con la experiencia exitosa en la gestión económica durante la presidencia de Duhalde y en los primeros tiempos de Néstor Kirchner. Pudo  resolver temas complejos como fueron el corralito, el default, y lograr la recuperación de la economía luego del colapso de 2001. Su destacado desempeño le ha permitido conseguir el respeto de sectores empresariales, sindicales y políticos locales, como así también de los Organismos Internacionales de Crédito.

Indudablemente, la cuestión central y el punto fuerte para que todos consideren a Lavagna es el grave panorama económico que heredará el próximo gobierno. La credibilidad del economista en esa área lo convierte en un candidato viable y competitivo de cara a la elección de octubre.

En este contexto económico, la pregunta que muchos se hacen es que se podría esperar de una gestión de Lavagna. Para responder a ese interrogante intentaremos proyectar lo que podría ser su estrategia económica basándonos en su gestión como Ministro y en las declaraciones en la materia que ha realizado desde que dejó el cargo en 2005.

El primer tema a resolver es el del cambio de expectativas que permita recuperar la credibilidad perdida tanto local como internacionalmente. Para lograrlo se establecerá un “comando único” en materia de política económica que será liderado por el Ministerio de Economía y que tendrá al BCRA alineado a la estrategia definida por el Ejecutivo.

En materia de endeudamiento externo, se promoverá una renegociación del acuerdo vigente con el FMI, apuntando a renovar y alargar los plazos de los compromisos y obtener alguna flexibilización en las condiciones originales. El concepto general es el de renovar deuda sin incrementar la deuda total.

Se implementará  inmediatamente un Consejo Económico Social  conformado por el gobierno, los trabajadores y las empresas a modo de consensuar políticas de precios y salarios.

Lavagna ha definido como prioridad reactivar la economía impulsando al mismo tiempo el consumo y la inversión. Los datos de la capacidad ociosa industrial  casi llegando al 50% y la persistente recesión, hacen necesarias medidas tendientes a aumentar  la demanda.  En ese contexto es esperable que  se frenen los tarifazos, que se puedan producir reducciones selectivas del IVA en productos esenciales, que se activen líneas de crédito a tasas subsidiadas para PYMES y Comercios y que se limite la importación de bienes de consumo.

En relación al frente fiscal, se  continuará con la política de reducir el déficit pero considerando las erogaciones en materia social como prioridades de la política económica. El modelo de austeridad apuntará a cortar el despilfarro, y los sobrecostos asociados a la corrupción por el lado del gasto. Por el lado de los ingresos se apuntará a mejorar la recaudación a partir del crecimiento de la economía y del mejor control contra la evasión. A futuro se apuntará a lograr ajustar el déficit financiero por mejora en las condiciones de la deuda y a modificar distorsiones vigentes del sistema impositivo teniendo como meta alcanzar un superávit fiscal sustentable.

La política monetaria tendrá como meta mantener bajo control la emisión monetaria en un modelo compatible con la reducción gradual de la inflación, en un contexto de crecimiento económico. Se apuntará a  consolidar un proceso de reducción de tasas y a la desarticulación gradual del esquema de LELIQ.

En materia cambiaria se implementará un sistema de flotación administrada que intentará mantener competitivo el tipo de cambio. Se pretende evitar fluctuaciones bruscas al alza, con su efecto inflacionario,  o el atraso del tipo de cambio que genera la famosa bicicleta financiera. Para lograr estos resultados se deberían exigir la liquidación de exportaciones a no más de 60 días y limitar el ingreso y egreso de capitales financieros especulativos. El objetivo final es el de alcanzar un superávit comercial duradero que contribuya, eventualmente, a lograr un superávit en la balanza de pagos.

Las posibilidades de éxito de instalar a Lavagna como candidato,  y que luego pueda alcanzar la presidencia, dependen de muchos factores. Está claro que, primero, necesita poder consolidar un núcleo de apoyos amplio que pueda superar el límite del Peronismo Federal.

La generación de consensos en marcha podría verse potenciada si se bajaran de la competencia dirigentes como Massa, Urtubey y Pichetto, si se suman los radicales  descontentos con Cambiemos y si finalmente Cristina Fernández declinara de participar en la elección.

Indudablemente, Argentina necesita un gobierno de Unidad Nacional para poder enfrentar con éxito la grave situación que recibirá el próximo gobierno. En breve sabremos si es posible consolidar ese espacio alineado detrás del liderazgo de Roberto Lavagna.

* Alexis Dritsos- Economista Partido Socialista

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